Opinión

¡Que cese la horrible noche! 


Por: David A.Rosenthal

La situación de inseguridad, violencia y desasosiego en Colombia no cesa. “La ola de inseguridad” parece no tener fin y más bien ser una constante, el día a día. ¿Cómo es posible que aparezca una camioneta en medio de la nada y a la vez en medio de una de las principales arterias de comunicación de la capital, llena de cadáveres? Bastante impresionante la noticia, aunque para algunos, o tal vez para muchos, pase desapercibida o sea percibida como un hecho ya común que hace parte de las cosas que suceden en esta ciudad. 

Cuatro cadáveres de personas de entre 25 y 40 años es lo que encontró la policía cuando se acercó a indagar que había allí en lo que presuntamente parecía un carro bomba. Además, los cuerpos tienen signos de tortura, lo cual demuestra el nivel de violencia y sevicia con el que se están perpetrando crimines como estos en todo el país y las autoridades no tienen control sobre esto. 

Los criminales se han venido tomando el país a lo largo de los años, y ahora con el nuevo gobierno pareciera que la inseguridad, la violencia, la guerra se acrecentaría, sumado esto a las nuevas reformas que ya comenzó el gobierno Petro, que van a tener graves incidencias en lo político, económico y social, la situación para el ciudadano del común es hasta ahora incierta y que no pinta nada bien. 

Por su parte, la alcaldesa de Bogotá se va dejando una ciudad en caos, llena de delincuencia, con hechos diarios de crímenes terribles como cadáveres descuartizados, gente desaparecida día tras día, y robos masivos como el acontecido en Monserrate al menos a una decena de personas que fueron despojadas de todas sus pertenencias y casi hasta de sus vidas. 

Se vuelve cada vez más difícil vivir o querer vivir en Colombia, en su capital Bogotá y en las demás ciudades que son azotadas día a día por hechos llenos de maldad y perversión. 

Son innumerables la cantidad de modalidades de crimen que existen en este país, y también en toda la zona. Es un gran reto para el nuevo gobierno en un eventual caso que se apersonara de la lucha contra estos actos, pero por desgracia en el discurso tanto de campaña como ahora de gobierno solo se habla de reformar a las fuerzas militares y a la policía, mermando su capacidad de accionar ya reducida, y optar por otros medios que son incongruentes. 

Colombia se encuentra ante el proceso de cambio más impactante en todos sus ámbitos, y tal parece que es un proceso en el que los mayores desafíos que ya existían y comprometían el funcionamiento y desarrollo del país van a acrecentarse e incluso las problemáticas del pasado podrían resurgir.  

Ante un gobierno suspicaz y una ciudadanía ingenua en su mayoría de lo que podría pasar, el panorama está bastante borroso y hasta que no haya una certeza real de las verdaderas y subrepticias intenciones de los nuevos mandatarios no hay tranquilidad ni entendimiento a favor de los colombianos. Una nueva Colombia no significa que sea una mejor Colombia, y la Colombia del entonces pasado no significa que fuera una peor Colombia.

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