Crónicas Opinión

Cuentos y crónicas de Escalona

“El Cuento de Pedro”

 Por: Pedro Norberto Castro Araujo

La empresa editorial Ibáñez, la más importante del país, tiene en revisión para posterior impresión el libro de mi autoría “Cuentos y crónicas de Escalona “El cronista Villanuevero”, doctor Hernán Baquero Bracho aceptó la fina invitación que le hice para que resumidamente ilustrara al lector respecto de la obra que en próximos días saldrá al mercado, aquí alguno de sus apartes:

El maestro Escalona es y será por siempre el más grande del Vallenato. El premio Nobel de nuestro folclor, ha sido, sin lugar a dudas, Rafael Calixto Escalona Martínez, también el padre del Festival de La Leyenda Vallenata y de nuestra música vernácula. El más grande compositor costumbrista que ha tenido nuestro folclor. El mito y la leyenda viviente de la provincia de Padilla.

Rafael Escalona retrató, como ningún otro, las historias del Magdalena Grande y buena parte del país,  con sus campañas políticas, la vida estudiantil o simplemente, de lo cotidiano, en las tierras de Valledupar, o de Villanueva y La Guajira, entre amigos y amores.

Bien, aunque no es el inventor del género musical que hoy se llama “Vallenato” y que, según los especialistas, involucra cuatro ritmos: paseo, son, merengue y puya, los cuatros, con el mismo clima, aunque con diferente pulsación, sí es, y nadie lo discute, el más inspirado cultor, el más eximio de los creadores que hayan sido o los que sean de este arte mágico, incomparable; el gran cronista musical de su tierra maravillosa.

Razón tenía la heroína vallenata, la inmolada Consuelo Araujo Noguera cuando escribió: “¿Cómo explicarían los críticos y analistas que todo lo miden bajo el rigor de los academicismos, el insólito fenómeno de Rafael Escalona, quien sin conocer una sola nota de la escala musical, ni saber qué cosa era un pentagrama, ni tener la más remota idea sobre la rima, fue haciendo todo esto de modo impecable a través de sus narraciones musicales? ¿Saben acaso que él no sabía qué cosa era una cuarteta, una quitilla, una octava, una redondilla, o una décima? ¿Quién puede decir que le enseñó armonía, melodía, y ritmo para que los combinara en la forma espontánea y certera como los combinó en cada una de sus composiciones?”.

El segundo amor de Escalona, después de la “Maye”, lo encontró en Villanueva, en el barrio El Cafetal: Dina Luz Cuadrado, una hermosa doncella, que todavía se conserva bella, volvió loco de amor al maestro Escalona, hechos que sucedieron en la década de los 70. Todavía recuerdo, como si fuera ayer, las parrandas donde “Cristinita” la mamá de Dina Luz, con el acordeón de Emilianito Zuleta y las voces de Poncho Zuleta y Jorge Oñate, con los versos del viejo Poncho Cotes y los amigos parranderos, Juan Félix Daza Martínez, Alfonso Murgas y Toño Dávila,  a quienes los cogía el amanecer en las noches de luna llena en esas parrandas inolvidables.

Rafael Escalona era el gran amigo, por ello le dio mucha tristeza, la muerte de su amigo y primo Juan Félix Daza Martínez. En el año 1981, le dedicó, de las tantas canciones que le hizo a Dina Luz, esta que se llamó Mariposa Bonita, donde entrelaza a sus amigos parranderos y que en parte dice así: “Le dije a Poncho Cotes en Valledupar, si aquí llega Juan Félix tirando piedra/ que ninguno le quite la razón, porque yo, porque yo sin permiso y por amor le invadí El Cafetal en Villanueva”.

La vida de Rafael Escalona Martínez, siempre estuvo ligada a Villanueva, donde tenía tantos compadres (mi padre es uno de ellos) y tantos ahijados y familiares por vía materna y sus amigos parranderos. Recordamos con este escrito, la vida y obra del artista nacional e internacional que le ha dado más gloria a la tierra de la fábula y la fantasía. Que así sea.

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