Opinión

Eduardo Pertuz, el Mutis cartagenero

Por : Patricia Berdejo, Comunicadora Social- Periodista

Sin haberle visto jamás y con la única semblanza de unas notas y fotografías de sus viajes y excursiones, por recónditos lugares de nuestro Caribe Colombiano, pude vislumbrar la misión de este inusual viajero, que ligero de equipaje y guiado únicamente por la brújula de su espíritu expedicionario, nos transporta sin costos,  tarifas ni peajes, por exóticos e inexplorados paisajes y destinos; indagando y mostrando lo sublime, lo humano y lo divino de cada recoveco que pisa y que transforma, sin dudas, con la luz que confiere su presencia, sin las promesas ni demagogias de políticos que esporádicamente allí acuden en su afán de codicia electorera.

Desde el Embalse del Guájaro nos permite adentrarnos en un mágico  recorrido por Villa Rosa, Repelón, Rotinet, Aguada de Pablo y Las Compuertas y observar los vestigios fósiles del desconocido Museo Paleontológico de La Peña.

Su travesía por Puerto Hormiga nos sumerge en el mundo de los fragmentos y las conchas marinas, la cerámica primitiva y todos los vericuetos de una cultura que no pasó inadvertida para el famoso antropólogo y arqueólogo colombo-austríaco Gerardo Reichel-Dolmatof ni para el lente de Eduardo Pertuz GonzálezRubio, médico de profesión e ilustre hijo del Corralito de Piedra, quien nos embelesa no solamente con sus viajes debidamente descritos y escritos, sino también con el límpido estandarte de su espíritu investigativo, ávido de conocimientos e invaluable propulsor de la cultura; acertado guía, quien nos enseña además los recursos naturales de estas provincias y muchas otras bellezas que se esfumaron del mapa geopolítico de un país inmerso en la desidia de unos gobernantes que con su avaricia y espíritu rapaz, cegaron los sueños y los anhelos de los habitantes de estos terruños salpicados de ensueños y encantos.

Con magistral sentido pedagógico y el talante humano de este galeno, científico y naturista por demás, podemos ahondar en estos singulares sitios, sin las lides y los costos que implica hoy, cualquier asomo de distracción o  solaz.

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