Muere Luis Alfredo Garavito, el mayor violador y asesino de niños de la historia de Colombia
Luis Alfredo Garavito, el mayor violador y asesino de niños de la historia de Colombia, ha muerto este jueves a los 66 años en Valledupar. La información ha sido confirmada por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), que en un comunicado indicó que el deceso ocurrió en la clínica nueva Santo Tomás. “El Monstruo de Génova”, como era apodado, fue responsable de abusar sexualmente y de asesinar a al menos 189 menores de edad. Los casos, por lo que aceptó la culpabilidad, ocurrieron en la década de los noventa. Hace algunos meses, se dio a conocer que Garavito padecía un cáncer.
Garavito fue condenado en el año 2000 a más de 1.800 años de prisión por las casi 200 muertes y violaciones a niños de entre 8 y 16 años de edad, que cometió en un lapso menor a una década. Sin embargo, dado que la pena máxima que permitía la ley colombiana en ese entonces era de 40 años de cárcel, esa fue la condena que se le aplicó y que seguía cumpliendo hasta este jueves. “La Bestia”, otro de sus alias, fue capturado en abril de 1999 y encarcelado acusado de los delitos de acto sexual violento, acceso carnal violento, homicidio, incendio culposo y secuestro simple.
En 2021, la justicia le negó la libertad condicional que había pedido argumentando la buena conducta mientras cumplía con su pena. El programa televisivo Los Informantes dio a conocer en mayo de ese año una carta emitida por el INPEC en que se certificaba el comportamiento positivo del preso. Sin embargo, en el siguiente mes de noviembre, el entonces director de la entidad, Mariano Botero Coy, afirmó que Garavito no quedaría en libertad bajo ninguna circunstancia. El criminal, natural del municipio de Génova (Quindío), pagaba pena de prisión en la cárcel de máxima seguridad en la capital del Cesar.
El confeso asesino serial cometió sus crímenes en al menos 11 de los 32 departamentos de Colombia. También actuó en algunas ocasiones en Ecuador. La manera que solía usar para interpelar a sus víctimas era disfrazándose de indigente, de monje o de persona con discapacidad para acercarse a fundaciones que trabajaran con niños, que con frecuencia eran de origen humilde. A veces también las engañaba con dulces o promesas para ganarse su confianza y llevarlas a zonas poco concurridas.
A lo largo de su encarcelamiento, Garavito ofreció varias entrevistas a diversos medios de comunicación nacionales e internacionales. En ellas, aparte de reconocer los crímenes y de dar indicaciones de los lugares en que desaparecía los cadáveres de varias sus víctimas, aseguraba estar arrepentido de sus delitos y haber abrazado la fe cristiana. La posibilidad de que saliera en algún momento de prisión despertaba sentimientos vehementes de rechazo en todo el país, que vivió en zozobra antes de que fuera capturado, en una época ya de por sí muy violenta para Colombia.
Tomado de: El Colombiano