Opinión

El rey de los bajos 

“El Cuento de Pedro”

Por: Pedro Norberto Castro Araujo

Cuando niño frecuentaba aquella linda población del Cesar que permanentemente inspira alegría por cuanto allí la música vernácula desde hace varias décadas tomo asiento extendiendo profundas  raíces en  los aposentos más ilustres de la comarca, forjando un ritmo musical reconocido por quienes deleitamos la música dando paso a la dinastía de los López.

En aquella época sentado en la piedra de una esquina  escuchaba de los hermanos Luis Gregorio y Clemente Calderón (Fundadores de la Banda de La Paz) quienes en plácidos taburetes recostados  a una pared, tertuliaban todas las tardes con mi tía Clara y a la vez contaban anécdotas de mitos y juglarías de historias reales vividas que permanecen perennes en la memoria y tradición oral de los pueblos.

Desde los siete años de edad Miguel  se inspiró por la música; comenzó a tocar la caja pero más adelante se dió cuenta que no era lo suyo, decidió realizar un cambio de instrumento  con su hermano Pablo quien ya ejecutaba el acordeón quedándose este último como cajero de la agrupación y  a quien el destino le marcó lo que iba a ser,  el rey de la caja  y Miguel el rey del acordeón.

Remembranzas escuchadas  a viva voz de  los hermanos Calderòn quienes  reinaron por muchos años, siendo pioneros en  la música de viento de la comarca, su cantante “Manito Johnson” fue el primer cantante de la agrupación vallenata de Miguel y Pablo Agustín López Gutiérrez. 

Desde temprana edad, Jorge Oñate se inclinó por la música, Miguel le enseñó a tocar la guacharaca pero al demostrar sus dotes como cantante lo incursionó en el canto. Los vallenatos no olvidaremos aquella tarde en el estadio Chemesquemena, donde Oñate por primera vez en tarima partió la historia del vallenato en dos.

Miguel Lopez se convirtió en una especie de cazatalentos dándole oportunidad a los jóvenes que querían incursionar en el campo musical. 

Diomedes Díaz, a quien le gustaba versear y asiduo seguidor de los López, buscaba aposentos en La Paz en casa de Miguel, con  él permanecía por períodos de un mes recorriendo bajo su manto municipios donde Miguel era contratado.

La dinastía López cobra antigüedad con la aparición en el escenario musical de la figura de su abuelo Juan Bautista (Juancito) López Molina y continuó con Pablo Rafael López Gutierrez padre de Miguel López Gutiérrez quien con destreza ejecutaba el acordeón trayéndole alegría a aquellos pobladores aldeanos que solo conocían un ritmo instrumental diferente, el sonido de tambores traídos a América por negros africanos el cual se complementó con facilidad con el acordeón. 

Miguel López junto con  su hermano Pablo fueron pioneros de una dinastía por cuanto el conocimiento y la destreza para interpretar los ritmos vallenatos con el acordeón fue transmitida de padres a hijos, no en vano tenemos al maestro del acordeón Álvaro López quien en tarima ha  confirmado ser un talentoso acordeonero  (Rey de Reyes del vallenato) al igual que Román, primer acordeonero del cantautor Silvestre Dangond y quien realizó importantes aportes para que dicha agrupación incursionase con pie derecho dentro del ámbito artístico, sin olvidar a Elberto López (El Debe) quien al lado del connotado Diomedes Díaz jalonó con su acordeón al naciente artista entregándolo a la cúspide del éxito.

En 1972 Miguel y Pablo participaron en la quinta versión del festival vallenato, en busca de la ya renombrada corona, para lograrlo incursionaron por primera vez en tarima acompañado con la voz de Jorge Oñate, en ese entonces unos criticaron otros aplaudieron y en definitiva se rompió un hito en que el acordeonero a partir de allí solo debía concentrarse con destreza y talento en ejecutar los teclados de aquel aparato rojo y negro sacándoles tonos y ritmos a punta de bajos. Desde allí junto al ruiseñor del Cesar , fundaron uno de los conjuntos de mayor renombre en el ámbito vallenato. Los Hermanos López.

Desde la aparición de Jorge Oñate en el canto, la historia del vallenato se divide en dos, un antes y un después, para significar que antes el acordeonero tocaba e interpretaba sus cantos, desde ese momento la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata acepta reglamentariamente esa figura y desde allí, Miguel López adquiere el remoquete de “Rey Mudo” y reconocido mundialmente como el rey de los bajos por su excelente forma de utilizarlos en la ejecución de los cuatro aires, convirtiéndose en uno de los precursores de este majestuoso folclor, logrando con su talento y maestría el sitial de honor que ocupó hasta sus últimos días.  

¡Paz en su tumba!

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