Crónicas Opinión

El tigre de María La Baja

“El cuento de Pedro”

Por: Pedro Norberto Castro Araujo 

Enrique Diaz Tovar cantautor, acordeonero,  compositor de ritmo vallenato y música sabanera fue conocido en el ámbito popular como “ El tigre de María La Baja”, autor de la Caja negra, El palomo negro, Goza tu dinero y Rico cují, fue uno de los juglares de quien se decía que su voz era parecida a la del rey vallenato 1968 Alejo Durán Díaz.

Enrique fue catalogado como un hombre bonachón y sin tapujos a la hora de componer, con ocasión del desastroso episodio mundial en que extremistas musulmanes deciden atacar a la capital del mundo un 11 de septiembre de 2001, desprevenidamente compuso: 

“… Compadre Osama Bin Ladem usted si es un varón le metió dos cipotazos a las torres gemelas y ese pobre caserío oscuro se quedó como lloran los monitos y nadie los consuela…”

“…Usted salió diferente a su compadre Sadam que lo andaban persiguiendo y él se acobardó. Ahora las torres gemelas no van a alumbrar en las fiestas patronales allá en Nueva York…”

Dado su origen campechano gozaba de una fluidez única caracterizada por su  sencillez al momento de interpretar obras de su autoría, era un campesino ocurrente que dado a su ingenio  para componer canciones logró sobresalir en el campo de la música vallenata inmortalizando sus notas y versos, logros que le permitieron convertirlo en juglar de la música vernácula.

En 1998 Lucas Gnecco Cerchar decide como gobernador del Cesar rendirle tributo a varios juglares vallenatos, evento que se realizó en el coliseo cubierto de Valledupar, logró conseguir la asistencia de Alfredo Gutiérrez Vital, Calixto Ochoa Campo, Lorenzo Morales, Emiliano Zuleta Baquero,  Luis Enrique Martinez, Miguel Lòpez Gutiérrez  y Enrique Diaz.

Terminado el acto folclórico Lucas Gnecco los invito a gozar de un encuentro social en su lujosa residencia, el gobernador, conociendo lo delicado y ocurrente que era Enrique Diaz, ordenó a un par de meseros estar atento a las solicitudes del maestro, que estuvieran a sus pies atentos y dispuestos a servirle. Uno de ellos observó que cada vez que Enrique degustaba un trago de Old Parr de la misma manera escupía el fino piso de mármol italiano.

Advirtiendo el asunto, el mozo informó al gobernador sobre lo sucedido, quien de inmediato le ripostò diciéndole que le restara importancia al tema  y que le dijera a su esposa Lilo de que le entregara una vasija para que el maestro pudiera escupir en ella.

Así se hizo, la vasija de porcelana francesa fue colocada al lado derecho de la mecedora donde se encontraba sentado Enrique Diaz, situación que incomodó un poco al maestro, dado que cuando este fue a expectorar encontró el impedimento y decidió escupir el piso del lado izquierdo, el mesero al percatarse colocó  otra vasija fina de ese lado, tantas que terminaron colocándole en su entorno más de cinco platos del exclusivo material para que el juglar esputara, fueron tantos, que colmaron la paciencia del maestro Enrique Diaz.

El maestro, arisco e incómodo con el catarro que se le atoyaba en la garganta llamó a los dos meseros y les dijo: Si siguen jodiendo con esa jodía colocando cuanto plato fino encuentran alrededor mío, les juro que se los escupo toditos.

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