Arte y cultura Opinión

El maestro jardinero

Por : Gonzalo Restrepo Sánchez

Viendo la reciente película de Paul Schrader [y escrita por él], es obvio que el cineasta no sale del camino que se formuló en su libro “El estilo trascendental en el cine” (*) un perfecto ensayo crítico, a obras como las de Bresson entre otros.

La universalidad espiritual del estilo trascendental podría ser interpretada desde distintos puntos de vista por el teólogo, el estudioso de estética o el psicólogo; pero sólo puede ser demostrada por el crítico cinematográfico. Volviendo a las primeras fuentes, deberá analizar las películas, las secuencias y los planos con el fin de extraer lo universal de lo particular (Schrader, 1972).

Ahora, cabe precisar que sus tres últimos largometrajes —son prácticamente idénticos en sus estructuras dramáticas—, y en el perfil psicológico de sus personajes. Me refiero a Maya (Quintessa Swindell), el jardinero Narval (Joel Edgerton) y la rica viuda Sra. Havernhill (Sigourney Weaver). Tres personajes en soledad, que  no solitarios. Y baste recordar a Walt Kowalski (“Gran Torino”) o Travis Bickle  en “Taxi Driver”. En algunos otros argumentos se observa que la soledad es un indicio de etapa vehemente e ininteligible, en otros, se juzga ser efecto de la enajenación social que respalda el medio en el que existimos, y en otras películas, la soledad se advierte como un tránsito forzoso hacia algo más.

La historia que hoy nos ocupa, parece sencilla: la Sra. Haverhill le exige a Narval que tome como aprendiz a su rebelde y problemática sobrina nieta Maya en los asuntos de jardinería, pero algo recibe la mente del habitantes de la sala de cine, a través de unos flash back del jardinero. A partir de ahí todo toma interés dramático. Para entender un poco el asunto es preciso recordar que las últimas dos películas del cineasta: “El reverendo” (2017), “El contador de cartas” (2021) y por supuesto ahora “Master Gardener”. Pero vayamos por parte:

Se trata de historias sobre individuos de mediana edad, de vida solitaria, de rutinas donde todo es simplificado frente a las cosas de la vida [el actor Joel Edgerton lo logra con categoría].  Pero la razón de ello y observado en los flash back a manera de información moral; una serie de deterioros morales irremediables. El tono del filme, su ritmo lento (que no fatiga), la música y unos personajes cargados de sus propias cuitas, nos llevan a la conclusión que la película es Schrader.

En el tercio final de la cinta, todo parece convenir en un personaje con su presente y su pasado. O mejor dicho esa vida que a la postre es un jardín donde todo es superficial, pero que no lo es, en el sentido de rejuvenecerse, la clave de ello y de la vida a veces con injerto. En botánica, el injerto es el transcurso por el cual una parte de una planta se acopla a otra, para originar una nueva. Una mixtura predestinada a implantar beldad, a partir de ella misma belleza. Y si apartamos la alegoría, es parte del compromiso de Narvel (Joel Edgerton) el horticultor, pero asimismo podría emplearse a la habilidad que ha aprovechado en la creación de su reciente filme, el guionista y director Paul Schrader.

Paul Schrader, P. (1972) El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer, ediciones JC (*).

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