Opinión

De viejos y locos


Por Mario Fernando Prado

Ya era tiempo que los de la séptima década sacaran la cara por este país en donde tener más de 50 años es motivo de desprecio laboral y mil exclusiones más.

Y si se llega a los 60 peor: se convierten en unos desechables que para lo único que sirven es para que se aprovechen de sus ahorros y sus pensiones y algo peor acaece cuando se arriba a los 70, edad venerable en que lo conminan a que meta papeles y vaya haciendo su testamento.

No quiero referirme a los ochentones y mucho menos a los de 90 para arriba a quienes los van convirtiendo en muebles viejos y si no tienen medios deben vivir de la caridad pública o siendo extraños en sus propias casas, la mayoría de las veces íngrimos y acuscambados a la espera de que Dios se acuerde de ellos.

Pero volvamos a un setentón a quien les ha dado por llamar “viejito loco” y que es -con sus 77 primaveras- la persona que puso el domingo en jaque a la política nacional y tiene en sus manos no sólo la próxima presidencia de este país sino el atravesársele a una dictadura de la peor factura que patasarriviaría total e irreversiblemente a esta nación.

Y es que el término “viejito” puede interpretarse de dos maneras: cariñosa o despectivamente; el uno como con una buena dosis de afecto y respeto y el otro de manera despreciativa y para el caso, ineficiente, inoperante, inútil.

Pero para quien nos ocupa, yo diría que es un viejito verraco que se enfrentó con Raimundo y todo el mundo, mandó al carajo a lo que fuera, hizo y financió su propia campaña y sin maquinarias le ganó a mi candidato Fico en justa lid, sin la menor duda de fraude o algo por el estilo.

Y lo de loco pues es cierto porque sólo a un loco se le pudo ocurrir luchar contra los molinos de viento y enfrentarse al aparato electoral, burocrático y periodístico, él solito sin siquiera ir a debates y autofinanciando toda su campaña política “para no deberle favores a nadie”.

Y es que -repito- sólo un loco pudo atreverse a semejante locura, lo cual significa que está más cuerdo que quienes le llaman así.
Además, solo los considerados así han sido capaces de hacer las cosas más exitosas de la humanidad, a tal punto que una locura bien manejada puede ser el sumun de la inteligencia.

Ahora, lo que se viene es igual de audaz y es convencer a los perdedores para que se sumen a su causa sin compromisos electorales y sin condiciones de los grupos, partidos, movimientos y personas que creen que van a inducir a sus seguidores por quién votar.

Va a ser una prueba de fuego para la libre decisión del elector primario, pero creo que lo logrará y no será porque como dicen ahora, de dos males el menor, sino porque como reza la ya manida frase, “nos unimos o nos hundimos”.

Rodolfo Hernández

Vamos pues con toda por Rodolfo Hernández, el reivindicador de nosotros los setentones que gracias a él nos vamos a poner de moda y a demostrar de todo lo que es capaz la inteligencia unida con la experiencia.

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