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En tu memoria: ¡Nos desenfocaste con tu partida, pero tu memoria está en alta resolución!

Por: Adamis Guerra 

Conocí a Neftaly Agustín Castellar Mangones por allá en el año 1992. Yo trabajaba en Foto  Estudio Valledupar y él, justo al frente, en Foto Japón. Era imposible no notarlo: con su kimono impecable y esa correa que parecía más una insignia de veteranía que un accesorio japonés. Desde el primer clic supimos que compartíamos algo más que la pasión por la fotografía; compartíamos oficio, destino y enfoque.

En 1997, cuando llegué al Diario El Pilón, la vida nos volvió a cruzar. No habían pasado muchos meses cuando lo vi llegar preguntando si necesitaban un fotógrafo. Y sí que lo necesitábamos. Desde entonces, lo profesional se volvió personal: una hermandad sellada con luz, negativos y largas jornadas bajo el sol buscando historias que merecían ser contadas.

Arrancamos con un equipo que todavía resuena en mi memoria: Ana María Ferrer, Yanitza Fontalvo, José Urbano Céspedes, Pablo Camargo, Jimmy Núñez y el viejo Patrocinio (QEPD), todos bajo la batuta del fundador Dikson Quiroz. Pero Neftally era distinto. Su cámara no solo capturaba rostros, capturaba esencias.Fue tanta la confianza y la afinidad que tuve el honor de pedirle que fuera padrino de mi hija mayor, Camila Guerra. Desde entonces, además de colega y hermano, lo llamé compadre. Y vaya compadre: refunfuñón de tiempo completo, pero con un corazón amplio como su archivo de negativos.

A todo el mundo le contaba que había prestado el servicio militar, y por eso, medio gremio terminó llamándolo el soldado Castellar. También lo conocían como Mister Yuya, Mangones, Caste… era un solo hombre, pero con muchos enfoques.Su talento era de otro rollo. Ganó varias veces el Premio Sirena Vallenata. Sabía exactamente cuándo disparar el obturador, pero también cuándo callar y dejar que la imagen hablara. Era un fotógrafo de instinto, de calle, de corazón.Como padre, fue tan dedicado como lo fue con su lente. Junto a Lina a quien impulsó a convertirse en una periodista ejemplar, crió a Alber (hoy mayor de la Policía y atleta de excelencia), a Ana (contadora pública) y al pequeño Neftally, que todavía guarda el eco de su voz.Hoy, el Círculo de Periodistas de Valledupar y el Colegio Nacional de Periodistas, te despiden  como uno de  nuestros orgullos . Oriundo de Necoclí, Antioquia, aunque de antioqueño solo le quedaban los bigotes, Neftally fue vallenato por elección, por amor y por luz. Tu  cámara, compadre , hoy enfocas desde el cielo. Y nosotros, aquí abajo, seguimos revelando los recuerdos de una amistad entrañable y una vida dedicada a inmortalizar la verdad.

¡Gloria al soldado del lente!

El que nunca bajó la guardia frente a la verdad.

El que disparaba con luz.

El que enfocaba el alma.

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