Cuento

¡Está preñá!

“El Cuento de Pedro”

Por: Pedro Norberto Castro Araujo 

Al enterarse de la fatídica noticia de que su esposo había contraído sagradas nupcias con otra mujer, María decide envenenarse, cobardemente, puso fin a su severo sufrimiento,  no aguantó el dolor ocasionado por la traición de Narcimando, con quien convivía hace varios años y decidió casarse a escondidas con su joven secretaria, a quien le había jurado amor eterno.

Narcimando convivía con las dos mujeres con las cuales mantenía simultáneamente una relación sentimental de manera pública, gozaba del amor de ambas y repartía sus placeres en ambos hogares, con María desde tiempos había forjado un hogar adornándolo de alegria con las travesuras y mimos de sus menores hijos Narcimandito de seis años, Doris de cuatro y Diego de dos. 

Con la descabellada, débil y endemoniada tentación de quitarse la vida, María dejó huérfanos a los tres infantes,quienes pasaron al cuidado de Gladys, su madrastra y por su puesto Narcimando, su padre.

El paso de el tiempo y de los años permitieron que el dolor diezmara y la resignación aflorara en el entorno familiar. Los niños crecieron, pero Doris, puritana y alegre fue enviada al cuidado de unas tías solteronas quienes la educaron en colegios de monjas, al tenor de sermones y obedeciendo patrones de castidad religiosa, siguiendo renglones de la dogmática Cristiana, la misma que enseñan en los conventos y seminarios a  quien decide orientar su vida por los caminos religiosos o sacerdotales. 

Doris aburrida de esa vida extrema, sumida en oraciones, misas y rosarios aprovechó la visita de unos parientes que residían en el extranjero para ofertar su apoyo en el cuido de unos menores. Ya en el exterior y al cabo de unos años y  de una convivencia bastante limitada, decide con sus ahorros irse a trabajar a otra ciudad, allí conoce a una familia que le brinda hospitalidad y protección, convirtiéndose en su mano derecha.

Por las variantes e incertidumbres de la vida, Sildana la madre adoptiva de Doris, en la función constitucional de administrar justicia, aplicó con severidad la ley penal estadunidense y como juez ordena la condena de un criminal, quien al recobrar la libertad decide vengar el dolor de permanecer varios años custodiado tras las rejas asesinando vilmente al esposo y madre de la funcionaria.

Pasados los años Doris, se enamora del amor de su vida, un hombre bueno y dócil que Dios le puso a la vera del camino, después de un corto periodo de conocerse,  es pedida en matrimonio por Noé, quien cortésmente decide hablar con la familia adoptiva de su prometida y pedir su mano en  sagrada unión con el fin de formar un hogar.

Doris con algunos ahorros solicita  la compañía de una amiga para ir a la mejor boutique en Illinois a comprar el mejor vestido de novia de la ciudad, después de rechazar muchos, la vendedora aburrida por la indecisión de las compradoras a quienes consideraba fartas y que a la vez sentía que le quitaban el tiempo, lanza una pregunta subliminal, Pero para no perder más tiempo traigan a la novia, para que ella escoja; a lo que una de las compradoras respondió: Pero si la novia está aquí! Acaso no la ves?

Como así? Pero si ella no parece novia, ella está es gorda, ¡ella lo que está es preñá! Que tanta fartedad con esos vestidos, ya pa’ que se va a casar, debe es rejuntarse con su hombre, ya se comieron el postre y los guineos.

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