Crónicas Destinos

El Valle de Upar, inagotable fuente

Por: Eduardo Pertuz.

“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos……”, para esto, Gabo se inspiró en el hermoso balneario de La Mina y lo describe en el inicio de su libro Cien Años de Soledad; así empezó el recorrido por el hermoso Valle de Upar.

Con dos guías de lujo, el colega Joaco Maestre y la periodista Lida Mendoza, recorrimos los pueblos que rodean a la ciudad de Valledupar; La Junta, Patillal, San Juan, Villanueva, El Molino y Urumita. Cada uno de ellos con una historia diferente, personajes distintos, anécdotas únicas con las que se han escrito libros y se han filmado fascinantes películas. Aun con marcadas diferencias, a todos los une la pasión por el folclor vallenato, pude constatar la naturaleza de su gente, en cualquier pueblo visitado, desde el niño hasta el más viejo tienen dones de poetas, compositores y cantores innatos, les brota la facilidad para plasmar la cotidianidad en la música; personalmente me inclino por los vallenatos clásicos, de los que son inmortales, de los que tienen siempre una historia de amor, de desamor, de las que narran tragedias costumbres y anécdotas que al ritmo del acordeón hace que nos palpite el corazón.  ¿Qué Costeño no ha dicho al inicio de un clásico?: “súbele el volumen a esa canción carajo”, y ¡destápala!.

No solo conocí a famosos compositores, como Marciano Martínez en su fiesta privada en La Junta, sino también su gastronomía, pude apreciar la “malanga”, un tubérculo muy parecido al ñame, con textura fibrosa y más suave, no se cultiva en nuestros Montes de María; prepare un mote de queso con malanga y fue el más rico que he probado. 

Estando en Urumita, llamaron mi atención tres niños, debajo de un palo de mango tocando acordeón guiados por su profesor, hermosa escena, serán los futuros guardianes del legado vallenato; nuestro guía local, el conocido Alcides Lago, nos obsequió malanga y nos contó historias del pueblo y de la casa de los famosos de Urumita.

Estuvimos precisamente en aquella a donde se originó la famosa canción La Gota Fría, cuando Emiliano Zuleta se enfrenta en piquería con su amigo Lorenzo Morales, en los años 30, en un duelo de acordeoneros.

Luego, Alcides nos presenta a un artesano experto en elaborar achoteras en totumo, un ingrediente de nuestra cocina ancestral para darle color, sabor y nutrientes a nuestras comidas, el “Achiote”, que como especia casi se extingue, vale la pena intentar rescatar esa costumbre.

El Valle de Upar, amerita visitarse miles de veces más, son inagotables las historias por escuchar y las anécdotas por disfrutar, eso sí… vayan preparados que les van a presentar a cualquier hora al viejo Old Parr y a su gran amigo Buchanan’s.

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