Crónicas Opinión

La fuga veloz y el feliz retorno

Por: Eduardo Pertuz.

_crónica de la pandemia_

No soportando más el confinamiento, el capitán y chef del velero, Pierre Poivre (Pedro Pimienta, sus padres le bautizaron con ese nombre en honor al navegante y aventurero francés del siglo XVI), velozmente rompe el cerco dirigiéndose a las aguas profundas del mar Caribe pero sin escapar al lente de mi cámara, conociendo su barco lo llamé para saber lo motivos de su arrojo. Después de una conversación, esta fue la historia: me contó que llevaba días sin especias como el clavo de olor, la nuez moscada y macis, por eso tomó la decisión de ir a las islas Molucas en Indonesia, conocidas como las Islas de las Especias, dadas a conocer por los navegantes portugueses en el siglo XVI. 

Sabía bien que se enfrentaría al peligro del mar de los sargazos y uno que otro kraken. No importaba, las especias ameritaban el riesgo. 

Con tono altivo y hasta con furia, el capitán y chef Pierre Poivre, siguió mostrándome su bitácora de navegación planeada: explicándome cómo iba a ser la llegada a la isla habitada más inaccesible del planeta, Tristán de Acuña, una isla perdida en el medio del Atlántico de tan solo 270  habitantes, en un solo pueblo llamado Edimburgo de los Siete Mares. Allí se comprarían víveres para continuar el viaje hasta Cabo Buena Esperanza en Sudáfrica, típico lugar caracterizado por sus enormes  y temibles tiburones blancos; le recordé al capitán el peligro y volvió a contarme que por las especias el mundo antiguo amplió sus fronteras y por esa misma búsqueda fue descubierta América para los europeos, hasta Fernando de Magallanes las buscaba también. Ahora, ¿cómo el capitán con la tecnología de hoy se iba a detener?

Desde mi balcón veía el velero blanco avanzar sobre las costas azules de estos días en Cartagena de Indias, en otro intento le recordé que al cruzar el océano Índico y antes de llegar a las islas Molucas en Indonesia, tenía que enfrentarse a los casacas rojas, enemigos de Sandokán el Príncipe de Malasia, ese personaje famoso de la radionovela de los años setenta creado por Emilio Salgari, escritor italiano de aventuras. 

Ya casi perdía de vista a mi amigo en su barco en el horizonte al girar a babor a la altura de las playas de Marbella para entrar de lleno al mar Caribe, cuando le solté mi as bajo la manga, esta vez lo llamé por la frecuencia marina VHF para mejor claridad, solamente le dije: Capitán: ¿por qué vas a buscar especias a las Islas Molucas en Indonesia si aquí las encuentras todas? a lo cual él respondió que nada mejor que las originales por su aromas y sabores inigualables, solamente sonreí y le dije: mi amigo te acabo de enviar un mensaje, léelo a tiempo.

Justo, antes de caer la noche, recibo una llamada con gran alegría, era mi amigo el capitán y chef Poivre, me dijo: toma los binoculares y mira en estas coordenadas, era exactamente debajo del hermoso sol anaranjado que caía sobre el mar, y sí: ¡era él!, con un grito que me hizo separar el auricular de mi oído: “Spicarium a la vista”, había recibido mi mensaje a tiempo, entraba otra vez a nuestras costas, esta vez con una inmensa sonrisa, había descubierto la nueva tierra de las especias auténticas: “Spicarium”… en Cartagena de Indias.

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