Arte y cultura Opinión

Argentina 1985 

Por: Gonzalo Restrepo Sànchez 

“Argentina 1985” se presentó este año en el Festival de San Sebastián y fue elegida por el público como su película favorita. Sin cometer spoiler alguno, pues es una historia archiconocida en el mundo, tiene como punto de partida el juicio contra los miembros de la dictadura militar argentina.

En este contexto, prioriza en el relato la actuación del fiscal Julio Strassera (Ricardo Darín). Con un alto dispositivo en hechos reales, es evidente que la película posee elementos de ficción, que la hacen más “asimilable”, pese a su largo metraje. Puede que alguien la titule de cine político, pero como escribe el escritor Freire (*) (2002):

El poder de un film consiste en que da al espectador la sensación de que está siendo testigo ocular de los acontecimientos, pero ése es también el peligro que conlleva este arte, pues dicha sensación es ilusoria. El director manipula la experiencia, y no sólo le interesa lo que realmente sucedió, sino también contar una historia que tenga una determinada estructura. En este sentido todo film es político, y un vívido recordatorio de la tensión existente entre la idea de drama y la de documento, entre el anticlímax y el carácter cuestionable del pasado, y la necesidad del director de adoptar una determinada forma.

En un breve flash back, otra película como “La noche de los lápices” (1986), de Héctor Olivera, brinda la posibilidad de analizar ese contexto del poder militar en Argentina. Hechos reales contados tal y como sucedieron, sin un ápice de extremos y desistiendo al empleo de licencia dramática alguna. El tema musical  en el filme: “Rasguña las piedras” del maestro Charly García (más concretamente con Sui Generis), que está considerado prácticamente como un himno en Argentina contra lo que se dio en llamar “Proceso de Reorganización Nacional”

Volviendo al filme que nos ocupa, el director Santiago Mitre, de quien vi su thriller político ‘La cordillera’, y también con Ricardo Darín, adereza su trabajo con hechos dramáticos y un personaje caracterizado por Darín que da empatía al fiscal que encarna. Con una gran sensación de veracidad [testimonios, amenazas, víctimas], también sobresale en la película el conflicto personal y familiar del fiscal, lo que permite que no sea una historia plúmbea cargada solo de juicios.

Es evidente que para el pueblo argentino la película tiene una dosis de emoción y que la eleva a un suceso histórico que sella un punto de modulación justa para la vida del país latinoamericano. Los años de Videla, parece con esta cinta, un punto final cinematográfico, quizá, pues Argentina sigue su andar político y alejado de horrores de sus gobernantes.

Estamos pues ante un cine adulto de calidad, una película con aptitud universal que perfecciona su pertinente citación a la memoria, fundamento grandioso, sincero e imperecedero. Strassera culmina su defensa de la fiscalía con este pensamiento: “Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: “Nunca más”.

(*)Cine político: la reivindicación de la memoria

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