Opinión

El legado de Poncho

Inadmisible que con tanto asunto que ocupa a más de un colombiano, en estas semanas previas a la contienda electoral y que tiene a más de medio país expectante, sea el bochornoso espectáculo de Poncho Zuleta y sus excesos en tarima, lo que acapare la atención de medios de comunicación, redes sociales, conversaciones y corrillos de salón; video se nos cuela hasta en la sopa.

El machismo, la chabacanería, los ímpetus descontrolados del mero macho se exacerban sin reparos y sin tapujos ante el público que quizá acudió al evento motivado por el talento de Karen Lizarazo.

Desde los estrados morales de Valledupar se pretende repudiar la conducta inaceptable del “bagre” que ellos mismos idealizaron hasta elevarlo a la cima hasta donde lo encumbraron y que hoy se visualiza, sin censura ni escrúpulos.

La antítesis de lo que seguramente idealizó el Viejo Emiliano, ver a su retoño convertido en un bebedor consuetudinario , procaz y desfachatado en casi todas sus apariciones, haciendo alarde de sus dotes y atributos de rompecorazones, mal trajeado y sin visos de cuidados en su imagen personal, lascivo, pervertido, manoseador, atrevido, acosador, impulsivo, guache, tosco y burdo en todas sus expresiones, violador de todo lo que toca; con la venia de sus seguidores que ondean las banderas del “Ponchismo” como invaluable legado moral, insustituible y declarado ya con certeza Patrimonio Cultural de las tierras del Cacique Upar.

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