Escalona: 100 años

“El Cuento de Pedro”
Por: Pedro Norberto Castro Araujo
En varias oportunidades pasé a lomo de mula por Manaure procedente de Tierra Grata, muchas veces empapado por el agua de la lluvia y dominado por el frío. Allí mi padre me ordenaba descender del mular y me pedía pasar temporadas en casa de mi abuela Josefina Castro Monsalvo, con el fin de que le sirviera de compañía y me enseñara a trabajar en las jornadas de recolección y venta del café producido en su finca “Las Margaritas”
A prima noche relataba cuentos de “tío conejo” y recuentos de la vida y del pasado; contaba antecedentes de la niñez y crianza de sus hijos en especial la de mi padre Pepe Castro por ser el más afectuoso con ella y con Manaure. Señalaba que allí aprendió a gatear y a decir sus primeras palabras, de niño fue muy carismático y aventurero. En temporadas de vacaciones recibía lecciones y orientaciones de lectura, gramática e historia a cargo del maestro Guillermo Araque.
En la escuela pública de Valledupar estudió con dos niños procedentes de Patillal, Hernando Molina Céspedes y Rafael Escalona Martínez, quienes en unión con Alfonso López Michelsen, fueron los inspiradores de la creación del Festival Vallenato; el primero con sobradas razones: casado con Consuelo Araújo Noguera matrona del festival; desde entonces su casa ubicada en la plaza fue abierta de par en par para recibir a propios y extraños y establecer allí la primera oficina del festival.
Molina era gran anfitrión, le gustaba atender y de manera fina atraer a cachacos, extranjeros y personalidades de la república a su hogar para que degustaran de un fino licor acompañado del jolgorio producido con la entonación de aires vallenatos en parrandas inolvidables amenizadas por Colacho, Poncho Cotes, el viejo Emiliano, Toño Salas, Moralito, Miguel López y Chente Munive; allí se escucharon los tonos del acordeón interpretados con maestría por los juglares de toda la provincia.
En la casa de Molina se hablaba de folclor en tertulias amenas con Gabo, Juan Gossain y Zapata Olivella, desde luego que desde allí comenzaron a prestarnos atención, convencieron a las autoridades más importantes de la nación sobre la importancia de nuestra cultura y así, hoy Colombia y el mundo, miraran hacia Valledupar para poder mostrar nuestra cultura tradicional convirtiéndonos en la capital mundial del vallenato.
El segundo, el maestro Rafael Calixto Escalona Martínez; engrandeció la música vallenata con su talento inspirado en sus composiciones tales como: El Testamento, La Creciente del Cesar, el Hambre del liceo, el Jerre jerre, La Ceiba de Villanueva, El Copete, la Casa en el aire, la vieja Sara, El almirante Padilla, La Custodia de Badillo, El ahijado, El Cristo de Mariangola, La Estrella de Patillal, La Golondrina, La plateña, La mona del Cañaguate, Juana Arias, La molinera, La llanerita, El playonero, Honda herida, El chevrolito, Carmen Gómez, Dina Luz, Juan Muñoz, Fredy Molina, el pobre Migue, El pobre Juan, La muerte de Pedro Castro y con 100 canciones más enalteció y exaltó la cultura vallenata.
Hoy el Festival de la Leyenda Vallenata debe tomar una decisión importante y trascendental, su junta directiva debe halagar en el próximo festival la memoria de estos personajes nacidos en 1926, sin ellos el festival no existiera, deberían pronunciarse y exaltar la memoria de don Hernando Molina Cespedes y del maestro Rafael Calixto Escalona Martínez, homenajeando su vida y su memoria en sus 100 años.