Crónicas Opinión

Luquita


“ El Cuento de Pepe”

Por: Pedro Norberto Castro Araujo 

Por mandato popular, Lucas Segundo Gnecco Cerchar -Luquita-, fue el primer mandatario de los cesarenses, tras la reforma constitucional de 1991, fungió en el ejercicio del cargo como gobernador del Cesar en el periodo del 1 de enero de 1992 hasta el  31 de diciembre de 1994.

Al entregarle la credencial emitida por la Registraduria Nacional y antes de su posesión como gobernador, señaló ante la opinión pública a través de los medios de comunicación, quiénes  serían los dignatarios  que lo acompañarían en su gestión de gobierno. 

En la oficina de tránsito departamental designó a José Manuel Aponte Martínez como director. Sabía que allí necesitaba a una persona de su entera confianza y de armas tomar dado que la corrupción administrativa campeaba en esa institución.

En esa época,  la oficina de tránsito contaba con mucha gente antigua y en proceso de recibir su pensión de jubilación. El ex agente de tránsito de apellido Polo muy querido por toda la institución y reconocido por toda la comunidad , dado que había trabajado en el tránsito por décadas, al no quererse ir a casa como pensionado, se convirtió en gestor de  trámites, oficio que realizaba dentro de la misma oficina. 

Como miembro del partido Liberal, Luquita se había ido en disidencia de las ideas tradicionales del partido, en aras de no reconocer jerarquias, como la de Pepe Castro quien orientaba el movimiento de Mayorías Liberales, Alfonso Araujo Cotes, líder del MRL y Anibal Martínez Zuleta, fundador del Frente Amplio Liberal – FAL, fue así como formó tolda aparte, tomó camino y con un grupo de liberales creó el movimiento político: Grupo Organizado Liberal Popular – GOLPE, por tanto al  llegar al poder, como es normal se encontraba muy prevenido. En  la actividad pública encontramos a nuestro paso detractores y opositores; Lucas Gnecco consideró que el no contar con licencia de conducir  podría traerle complicaciones y convertirse en un bocadillo para sus opositores quienes aprovecharían cualquier falencia en él para enfilársela en un debate público en la Asamblea del Departamento.

Como era lógico decidió comunicarse telefónicamente con José Aponte a quien ya había designado para que a partir del mes de enero asumiera el cargo de director de tránsito.  Aponte Martínez  le confesó: Gobernador aprovechemos y hacemos la misma vuelta, yo también estoy sin pase. En el tránsito hay un amigo de toda la vida quien nos puede ayudar a tramitar las dos licencias de conducir. Como director de Tránsito sería irresponsable de mi parte posesionarme sin tener en mi bolsillo dicho documento.

Según convinieron, contactaron al señor Polo,  le pagaron los servicios y el valor de la documentación con la promesa de que les entregara las licencias en el mismo mes de diciembre.

Llegó el 1 de enero, Lucas  tomó posesión como primer mandatario de los cesarenses y en el mismo acto posesionó a su gabinete de gobierno que incluía a José Aponte Martínez en la cartera de tránsito.

Pasaron los meses y Polo el tramitador no aparecía y si aparecía siempre salía con la misma disculpa o un cuento chimbo, que para mañana o para pasado;  a la larga nunca cumplió con el trámite ordenado por Luquita y José Aponte.

Faltando menos de un  año para acabarse la administración, José Aponte se encontró con Polo y con soberbia y carácter lo increpó,  y le dijo: “me estás haciendo quedar mal con el gobernador;  decime la verdad que pasó con las licencias de conducir de Luquita y la mía?, ya han pasado más de dos años y nada!”, a  lo que Polo ya acorralado entre la espada y la pared respondió: “Le voy a decir la verdad; la plata me la comí”. No seas tan descarado y sin vergüenza Polo, respondió Aponte Martínez. Esa es la verdad José Manuel, además ustedes que van a hacer con licencia de conducir, que policía los va a parar, quien le va a pedir pase de conducir a ustedes, el uno es el gobernador y el otro el director de tránsito, ¡relájate !.

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