Huellas en el Alma del Cesar: Una carta a Elvia Milena Sanjuán

By: Yarime Lobo Baute
Elvia Milena, Desde el lienzo vibrante de mi alma, donde se entrelazan el trazo de la arquitecta, el color de la artista y la palabra de la escritora, un trípode que sostiene mi visión y el eco cesarense que nos vio crecer, te escribo esta carta. Busco dialogar contigo en un ágora virtual, de mujer a mujer, unidas por los valores de humildad, servicio y conexión con lo esencial que nos formaron en el colegio de nuestra juventud, inspirado en San Francisco, cuya consigna de servir y dar como único sendero que marcó nuestro camino.
Como gobernadora del Cesar, nacida en San Diego, donde Leandro Díaz cantó que “lo que nace del alma es arte, respeto y amor,” tus pasos resuenan desde San Alberto hasta El Copey, de punta a punta. Quiero reflexionar contigo sobre el arte de construir un legado que trascienda las coyunturas, llevando tu sello personal: un liderazgo que una al Cesar, nuestra Sagrada Familia extendida, en un propósito universal de justicia, comunidad y cuidado por nuestra tierra.
Como arquitecta, veo el mundo como un espacio para imaginar futuros, pero solo los cimientos que abrazan a todos perduran. Como artista, entiendo que los colores que resuenan tejen historias compartidas, conectando el alma de un pueblo con la humanidad. Como escritora, sé que las palabras que perduran cruzan fronteras, dando voz a los sueños colectivos. Desde esta mirada, observo tu gestión como un lienzo en construcción, donde el Plan de Desarrollo 2024-2027, “Gobernando el Cesar Imparable”, traza líneas ambiciosas en cultura, turismo y cuidado ambiental. Pero te invito a que tu liderazgo sea un canto del alma, como el de nuestra tierra, dejando huellas que no solo transformen el Cesar, sino que inspiren al mundo, con el espíritu de San Francisco: dar sin esperar, servir para unir dejando estelas más claras que las aguas del Río Tocaimo.

En -cultura y turismo-, tu apuesta por el Centro Cultural y de Convenciones de la Música Vallenata y la promoción del Cesar en la Feria de Anato con “El Cesar Enamora” son trazos que celebran nuestra identidad. En San Diego, cuna de juglares, la música vallenata es el latir de nuestra gente. Pero imagina un Cesar donde la cultura sea un abrazo inclusivo, donde cada comunidad, desde La Puerta de Oro del Caribe Colombiano (San Alberto) hasta La Villa del César (El Copey), tenga voz en los escenarios.
Que tu visión, como hija de San Diego de las Flores, no solo preserve, sino que construya un mosaico cultural donde jóvenes, indígenas y mujeres reimaginen nuestro legado, disolviendo divisiones y conectando lo local con lo universal, como un reflejo del amor y respeto que cantó Leandro Díaz con esa Fe y certeza de saber y sentir que Dios no nos deja.
En el -ámbito ambiental-, tu liderazgo en la COP16 y proyectos como la conservación de la cuenca del río Cesar o la reforestación reflejan un compromiso con la tierra que nos sostiene, un eco del cuidado por la creación que nos enseñó como legado la vida y obra de San Francisco de Asís.
Pero el desafío es mayor: que estas políticas inviten a todos los cesarenses, nuestra Sagrada Familia extendida, a ser guardianes de ríos y bosques. Alianzas público-privadas, guiadas por transparencia, pueden multiplicar el impacto, tejiendo un legado de sostenibilidad que se arraigue en el corazón colectivo, perdurando más allá de las coyunturas.
Tus obras, como la avenida Simón Bolívar, conectan los anhelos de nuestra gente de punta a punta. “Canitas de Amor” abraza a quienes nos dieron raíz. Al fortalecer las Juntas de Acción Comunal, tejes redes de confianza que son el cimiento de un pueblo grande.
Estas acciones son valiosas, pero el verdadero reto es que reflejen un gobierno abierto, de cara a todos, donde cada cesarense se sienta parte de esta familia extendida. Un liderazgo que priorice la inclusión y la construcción colectiva, que disuelva las divisiones y fomente gestiones público-privadas transparentes, será el que deje huellas profundas, como las que nos fue impartida en nuestra Alma Mater: servir sin esperar, dar con el corazón.

Nos formaron para entender que el servicio es un acto de entrega, un dar sin esperar recibo, reconciliación, paz y concordia, como lo predicara Fray Luis Amigó y Ferrer. Esos valores —simplicidad, compromiso, amor por lo colectivo— nos mostraron que la grandeza está en lo que une. Por eso, te invito a que tus huellas como gobernadora vayan más allá de las fuerzas que te posicionaron. Que no se midan en votos o titulares, sino en la chispa que encienden en cada persona, en cada rincón del Cesar.
Que cada carretera sea un puente hacia la equidad, que cada abrazo a un adulto mayor sea un recordatorio de nuestra humanidad, que cada comunidad fortalecida sea un paso hacia un Cesar que se encuentra a sí mismo, como una familia unida por las artes, el respeto y el amor.
Tu labor, Elvia, es un lienzo en construcción, y el Cesar, un cuadro que espera los trazos de tu visión. Pero no cualquier visión: una que pinte con la audacia de quien sabe que lo local puede resonar en lo universal, que lo que hacemos en esta tierra de juglares puede inspirar al mundo. Que tus decisiones reflejen esa sensibilidad que nos une: la entrega que conecta, la simplicidad que transforma, el amor que perdura, como el legado de lo que somos todos ante aquel que nos creo: La Sagrada Familia.
Te invito a mirar más allá del horizonte inmediato, a liderar con un gobierno abierto que escuche a todos los cesarenses, nuestra Sagrada Familia extendida, fomentando la inclusión y la colaboración público-privada para construir un futuro colectivo.
Que tu legado, como hija de San Diego, no sea solo el de una gobernadora, sino el de una mujer que llevó al Cesar a ser un reflejo de lo mejor de la humanidad. Que tus huellas sean como las notas de un vallenato: eternas, profundas, capaces de viajar más allá del tiempo y el espacio. Porque el verdadero arte de gobernar, Elvia, no es mandar; es inspirar, es tejer un mundo donde cada paso dado sea un eco de justicia, comunidad y cuidado por nuestra tierra.
Sigue tejiendo, sigue pintando, sigue construyendo. Pero hazlo con la certeza de que las obras que importan no son las que se ven en un instante, sino las que permanecen en el alma. Que el Cesar, nuestra familia extendida, sea tu lienzo, y que en él dejes huellas que no se borren, que no dependan de coyunturas, que hablen de una mujer que supo ser, antes que tener, y que marcó su tiempo con un liderazgo inclusivo, transparente y colectivo, guiada por un mandato de corte universal: servir y dar como consigna de recibo.