La formulita

“El Cuento de Pedro”
Por: Pedro Norberto Castro Araujo
Durante años ha existido cercanía familiar entre los Castro y los Turbay; mi padre Pepe Castro, tuvo el honor de bautizar a Carolina Hoyos Turbay, hija de Diana, cimentándose desde allí los lazos de amistad entre ambas, por ello no era sorpresa, que Miguel Uribe Turbay, en Valledupar, pasara a casa de mis padres en obligatoria visita y acudía en compañía de su tío Julio César Turbay Quintero a llevarle a mis padres recuerdos de su abuelo el expresidente Turbay.
Conocí de sus ideas progresistas en conversación amena en la calle del Cesar, era candidato al Senado allí tuve la oportunidad de saludarlo, la amistad se entrelazó aún más, como senador y precandidato presidencial del partido Centro Democrático, frecuentaba a menudo la ciudad de los Santos Reyes.
Recordemos que en la época que gobernó su abuelo también se ejercía oposición y conocemos que su abuelo tenía muchos detractores, eran opositores de ideas donde se sentaban posturas con debates fuertes y contundentes; por su parte, Miguel hizo oposición a un descarrilado gobierno y por defender los intereses de la patria a través de sus ideales y fuertes posturas al sistema anárquico actual, terminaron arrinconándolo y llevado al paredón de fusilamiento.
El año pasado para la fecha de mi cumpleaños, pasó a felicitarme y tuve el honor de recibir en mi residencia al joven candidato presidencial Miguel Uribe Turbay; hablamos de todo en una tarde amena y espléndida que se extendió hasta las primeras horas de la noche y terminó con una amable invitación al Molino, al altar de la Virgen del Rosario, por parte de nuestro amigo “El Mono” Cruz Zabaleta.
A Miguel le gustaba que le contara los anécdotas de mi padre Pepe Castro, quien gobernó al departamento del Cesar precisamente cuando su abuelo Julio César Turbay
Ayala representaba a la Nación, como Presidente de la República de Colombia.
Es natural que quien gobierna, así gobierne bien; siempre encontrará oposición de sus buenas obras; paradójicamente los opositores de mi padre pertenecían a la misma línea conceptual que él. Curiosamente con los de diferente línea conceptual nunca encontró barreras políticas, por el contrario, gozaba del aprecio y amistad de muchos conservadores que se identificaban como “Godos Pepistas.”
El día que Miguel me visitó reía a carcajada con las anécdotas políticas de la época en que su abuelo gobernó al país. Los contrarios de mi padre los exparlamentarios Carlos Arturo Marulanda Ramírez, Jesús Namén Rapalino, Alfonso Araujo Cotes, José Antonio Murgas, Milciades Cantillo Costa y Adalberto Ovalle Muñoz (Con quienes mi padre terminó realizando alianzas) habían solicitado una audiencia con el presidente Turbay Ayala, el objetivo del grupo de liberales era solicitar al señor presidente, la remoción y destitución del gobernador del departamento. Realmente los argumentos de los opositores eran vagos, carentes de fundamentos y contenido en consideración a que el gobernador venía haciendo las cosas bien.
Como humanos no somos perfectos y el único vicio que tenía mi padre era el de las mujeres y precisamente era la misma debilidad del presidente; como los opositores no pudieron cuestionar la buena administración de Pepe Castro, en palabras del creador del departamento, doctor José Antonio Murgas quien sustentó la tesis que el gobernador del Cesar daba mal ejemplo a sus conciudadanos, por cuanto en cada rincón del departamento, poblado, vereda o zona corregimental, tenía una amante. Ante la valiosa intervención del orador cesarense, el presidente Turbay Ayala ordenó a su secretaria llamar con carácter urgente al señor gobernador del Cesar, mientras conectaban la llamada, el grupo de opositores se hacían señas con risas pícaras, frotes de manos por debajo de la mesa y miradas alegres de haber conseguido exitosamente la destitución del burgomaestre departamental. Y/o sorpresa, cuando al presidente le anunciaron que tomara la llamada; al alzar el auricular, saludó con mucho cariño al señor gobernador con palabras afectuosas en donde se reflejaba una amistad íntima y sincera para expresarle: Compadre Pepe, acá tengo en mi despacho una visita oficial de líderes liberales que me han hablado muy bien de usted, me dicen que usted tiene mujeres en todos los rincones del departamento, como hace para tener tantas, por favor no olvide enviarme con ellos la formulita.